Screen Shot 2016-04-05 at 2.43.15 PMColumna Ambiente Crítico

Como una de las organizaciones del Frente Nacional por la Protección de los Humedales, no puede la Fundación Neotrópica más que estar regocijada con el fallo de este 16 de diciembre de 2015 por parte de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Recordamos al lector que la razón de la unión de los esfuerzos de este colectivo de organizaciones de la sociedad civil (APREFLOFAS, PRETOMA, Fundación Neotrópica) junto a entidades académicas (Escuela de Biología de la UCR), medios de comunicación (Revista Poder), representantes del activismo artístico (Rocío Carranza) y federaciones estudiantiles (FEUCR, FEITEC, FEUNA) a fines del año 2010 fue precisamente el apoyar las acciones que se emprendieron en razón de la invasión de Isla Portillos.

La construcción de la argumentación nacional fue exitosa en su integralidad y probó el éxito de la estrategia escogida por aquellos que desde diversas instancias, en dos administraciones consecutivas, mantuvieron su convicción y compromiso con la atención de este reto. Desde la administración Chinchilla Miranda se escogió una estrategia que involucró una participación combinada entre las instancias técnicas jurídicas y científicas a la par de las organizaciones de la sociedad civil organizada.

Desde nuestra trinchera aportamos insumos técnicos a la causa y desarrollamos la campaña Misión Humedales: Vida para Tod@s (https://www.facebook.com/MisionHumedales). Esta campaña apoyó las acciones del gobierno nacional en lo referente al enfoque ambiental que se escogió como fundamento para el litigio en representación de la vocación ecologista que ha ganado al país reconocimiento internacional. Dos condicionantes caracterizaron ese apoyo: evitar un enfoque xenofóbico y resaltar la importancia del humedal Caribe Noreste y de todos los humedales del país y de Nicaragua con el fin de contribuir a superar la visión tradicional prevaleciente en ambas naciones de que los humedales carecen de importancia como ecosistemas. Esta campaña, que se extendió durante buena parte del 2011, incluyó foros académicos, activismo presencial y virtual, charlas de divulgación, elaboración de productos mediáticos, productos técnicos y organización de actividades masivas.

La coincidencia con el gobierno nacional en estas acciones no previno una posición crítica constructiva respecto a temas como la construcción de la ruta Juan Mora Porras, el proyecto de aeropuerto de la zona sur o el proyecto Hidroeléctrico El Diquís, cuestionados por la opinión pública en razón de sus potenciales efectos sobre zonas de humedales nacionales. Debemos reconocer que el Gobierno supo respetar esta independencia de criterio. Sin afán de tomar méritos que no nos corresponden, tenemos la esperanza de haber contribuido con un granito en la vuelta que tomó el país enfocando sus ojos hacia el desarrollo de un área de política azul expresada en hitos como un viceministerio enfocado en éstos ecosistemas, una nueva política nacional de humedales y otros buenos pasos que ha dado el país de los muchos que hay que tomar para asegurar la sostenibilidad de estos ecosistemas.

La administración Solís Rivera tomó la decisión de manejar el conflicto en la etapa en la que lo encontró exclusivamente desde la cancillería. No se coordinaron más acciones con las organizaciones del frente. No expresamos disidencia con esta posición, conscientes de que lo que estaba en juego eran intereses superiores a nuestros intereses particulares. Conocíamos la calidad del personal técnico a cargo de primera mano. Sin embargo, sí mantuvimos una actitud vigilante y nos manifestamos ante la opinión pública en apoyo o cuestionamiento de las acciones de las partes cuando lo consideramos pertinente, manteniéndonos fieles a la misión que nos planteamos. Miembros del frente continuaron participando con independencia en el desarrollo de varias iniciativas dentro del diseño e implementación de las políticas azules que afectan a los humedales hoy día.

Al decir el Presidente Solís que este es un triunfo del Estado costarricense y que “aquí no hay partidos, aquí no hay gobiernos, no hay administraciones, sino un único pueblo, una única República que se une a una tesis que hace justicia”, sentimos la necesidad de agregar que desde nuestra perspectiva un elemento diferenciador de la posición de nuestro país es que fue un triunfo no sólo de la democracia representativa sino también de la participativa. Fue un triunfo de las tres mil quinientas personas que se reunieron en la Plaza de la Cultura el 11 de marzo del 2011 para cantarle a los humedales con la música de una plétora de artistas que donaron su tiempo. Fue el triunfo de las televisoras nacionales que se unieron a la campaña y donaron su espacio para que se proyectaran los videos de la misma. Un triunfo de los personajes de la cultura popular costarricense que regalaron su imagen y tiempo para estos videos. Fue un triunfo de todas y todos los costarricenses que se sensibilizaron con la información del gobierno nacional o las acciones de esta campaña y que expresaron en una enorme diversidad de formas el apoyo por la posición más que de búsqueda al respeto de la soberanía, de liderazgo ambiental que asumió el país.

Ciertamente, como organizaciones no gubernamentales es nuestra misión ser parte de la conciencia de la sociedad. No podemos detenernos a pensar que todo está alcanzado o ganado, que todo es perfecto. Es nuestra misión atrevernos a soñar. Y cuando esos sueños se cumplen debemos soñar otra vez con el fin de mantener el flujo de ideas que construyen el progreso y la justicia socio-ecológica.

Siguen aún pasos en este asunto, mediante los cuales el país deberá alcanzar la valoración de los daños materiales causados con la violación ambiental de nuestro territorio. Recordamos con simpatía cuando se nos miraba con escepticismo por producir un reporte con esa valoración de servicios ecosistémicos como un instrumento para contradecir las expresiones de políticos nicaragüenses que llamaron a Isla Portillos “Un pantano sin valor”. Al igual que antes, estamos a las órdenes del país.

Esperamos, más allá del éxito del fallo de hoy, que el proceso que sigue sirva para que los países concilien sus intereses y verdaderamente hagan un esfuerzo transfronterizo para cuidar este tesoro común. Mejor momento que después del acuerdo de la COP21 en París, no puede haber.

(*) Bernardo Aguilar González
Director Ejecutivo, Fundación Neotrópica